Desde este humilde lugar que me toca vivir, desde la incertidumbre asumida como escenario para la vida, me atrevo a invitarlos a reflexionar acerca de quien es uno como profesional trasformativo y como las acciones de planificación se legitiman, para tener coherencia con las demandas sociales que motivan las intervenciones. Y cuanto de este modo de ser profesional se abre verdaderamente en los espacios participativos"Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma; y uno aprende que el amor no significa acostarse y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende”. José Luis Borges:Parecería que esto que tan magistralmente nos regala Borges es poesía alejada de nuestras prácticas profesionales, que es para los románticos de la época que nada tiene que ver con la vida académica o de intervención científica. Pero, ¿cómo podrían faltar estas premisas poéticas de libertad y adultez, en el intento de conocer quien es el profesional que aporta al mundo, en este profesional que aspira a aprender cada día…? A mi entender, este profesional es alguien que, sin cultivar la integridad personal, la coherencia interior no puede dar lo que no tiene… a una realidad que pide a gritos coherencia, sentido común y máxima eficiencia.Este profesional que se necesita lo tenemos que ir prefigurando y construyendo entre todos, en lo espacios de formación, en los encuentros entre colegas, y sobre todo en la problematización de las competencias obvias y el lenguaje específico que aleja a “los otros” del conocimiento válido.
Hablemos un poco de donde y como, se es nuevo profesionalmente, sabemos que los espacios de intervención son la vida misma, esos escenarios bien descriptos en una investigación científica son además: suspiros, abrazos, broncas y mentiras… ¿Quién es ese profesional que puede tomar esa realidad en su mano para pretender cambiarla? ¿no es acaso, el cambio lo que motiva la planificación? ¿Como se salva el espacio que se abre entre lo que los académicos pueden ofrecer y lo que las personas de una comunidad requieren de los “que saben”?Considero que se cubren las distancias con encuentro, con comunión-comunidad, y esto también debe poder considerarse como parte del quehacer profesional. Ese es el plano de la horizontalidad para ser, ser desde los derechos igualitarios, ser desde la vida digna. Ya que sino unos saben y otros no, unos pueden y otros no, unos tienen y otros no…y así estos vínculos asimétricos de poder, aun desde la mejor intensión, como el de la solidaridad; encasillan la vida en categorías, jerarquías y valoraciones que muy difícilmente se aproximan a ofrecer respuestas asertivas.Gracias a la vida todos “somos” y ese es el eje que nos encuentra íntimamente para construir las trasformaciones necesarias, es la plataforma indispensable para la construcción colectiva.A esa construcción la llamamos habitualmente participación social, pero está tan abusado el uso de esa palabra, que hoy ya no implica necesariamente esta relación madura e integra que describo anteriormente, sino más bien que se planifica como un momento necesario para cumplir con lo que piden las organizaciones de financiamiento, o una simple consulta para que el otro no boicotee la iniciativa por quedar afuera o tal vez que esté informado para que le impacte menos alguna decisión tomada en un nivel superior de poder.Es la participación el satisfactor por excelencia de la necesidad de libertad, de aprendizaje, de amar y será amado, y en cuanto se lo simplifica en opinión o en versión, o en comunicación unidireccional o lineal, es donde se pierde la enorme oportunidad de dialogar desde la diversidad.Se pierde la oportunidad genuina de que aparezca el nuevo profesional, ese profesional que se involucra en su lógica y racionalidad para ir al encuentro de otras lógicas y otras racionalidades, Estas afirmaciones no nacen de abandonar la racionalidad de acceso al conocimiento científico sino de romper con las viejas fracciones que proponían la objetividad como resultado inequívoco y personal de cada profesional en el proceso de investigación escindido de la realidad, observado externamente y a prudente distancia.Avanzada la epistemología, roto el paradigma científico y resolviendo problemas epistemofílicos podemos hablar de nuevos accesos a la objetividad… pero ya solo como resultado colectivo, común y reflexivo en un proceso de construcción intersubjetiva, en el que cada individuo se haga consciente de su límite perceptivo para encontrar la complementariedad con otros individuos como mayor acceso a la totalidad, los otros como “participes” necesarios de este nuevo conocimiento. Me basta este ejemplo para cristalizar cuan lejano es este lenguaje, por ende el código y la lógica, de las personas de otras disciplinas o no profesionales, que no podrían sin mediación, entender siquiera que dice el párrafo anterior, eso no me llena de orgullo por saber algo que el “otro” ignora, ahora es una barrera que me separa de… Esa es una de las barreras que creo puede ir sanándose progresivamente en un espacio de participación social, en el que se conjugue y decodifiquen oportunamente los conocimientos teórico-metodológicos, los conocimientos del saber popular, los conocimientos y la lógica de los políticos, de los administradores, y el liderazgo proyectual como sintetizador del proceso y sus resultados.Esta es, a mi entender la visión que puede construir a los profesionales en gente necesaria más allá de los espacios donde se compite por el saber científicamente construido, para ser profesionales inteligibles y espejo de sabiduría, ideología y felicidad… que tanta falta hacen.
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